Se sentía atraída por él. Pero no dejaba de perseguirla la sensación de que era algo generado por ella misma. Ansiaba sentir esa química que tantas veces se imaginaba, tumbada en su cama, repitiendo una y otra vez las escenas en su cabeza; variándolas hasta conseguir la escena perfecta; la escena perfecta que nunca ocurriría.
A ella no le costaba acostarse con un hombre; muchos la habían conquistado con palabras, despertando esa magia de una noche, que al día siguiente te hace levantarte despejada, tras haber pasado un buen rato.
Pero no podía acercarse a él. ¿Qué se lo impedía? Cierta desgana, aunque la atracción era clara. Pero ella ondeaba en un mar de sentimientos. Ahora me atrae tanto, ahora no sería capaz de hablar con él. ¿Qué era realmente lo que la hacía sentirse así?
Quizá fueran fantasías, pero creía que él no la iba a decepcionar en el sexo. Sí, realmente se sentía culpable por obsesionarse. ¿Obsesión? Esa palabra siempre le rondaba la cabeza,pero no era capaz de aclarar si era su sentimiento de inferioridad el que la llevaba a calificarse así.
¿De qué tenía miedo, pues? Constantemente le decían lo bonita que era; fue la primera de su promoción; tenía un puesto importante en una empresa. Tenía dinero; compraba ropa cara que le sentaba bien. En definitiva, era una mujer del siglo XXI: atractiva, inteligente e independiente.
Entonces, ¿porqué ese cúmulo de sentimientos? ¿Cómo era posible que mujeres mucho más mediocres que ella tuviesen muchos menos quebraderos de cabeza en algo tan superficial como el sexo?
Ah, quizás sí que fuese realmente una obsesión, entonces. O quizá es que no fuese tan superficial.
¿Quién sabe? Anoche se acostó con un tipo muy divertido, y se lo pasaron muy bien en su casa...pero hoy,sigue pensando en él.
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