domingo, 4 de julio de 2010

Y conocí a una mujer...

...que creía en el amor.
Pero no en un amor cualquiera; en un amor idílico, eterno. Un amor fuerte, de pasado dramático, presente perfecto y futuro estable.
Era una mujer que creía en la Sirenita. Basaba sus creencias en el matrimonio de sus padres.
Ellos se habían conocido muy jóvenes, habían iniciado la relación temprano. Pero los padres de él no la aceptaban; tuvieron muchos dramas familiares; la familia le hizo elegir entre ellos y ella. Como en toda telenovela, ella fue la ganadora.
Tuvieron peleas familiares muchos años hasta que parece que al fin la medio aceptaron.
En resumen, su hija soñaba con una historia igual de melodramática. Soñaba con ser una Sirenita; conocer al hombre de su vida, saber que era él en el acto; vivir una historia de amor en la que superasen las dificultades pero finalmente, acabasen juntos, por siempre.

Esto también fue una conversación. Y sí llegó a algo: a que ella me dijese, prácticamente, que era demasiado negativa y debería creer en el amor.

¿Pero quién dijo que no creyese? ¿Existe una definición clara del amor? Ni un extremo ni otro. Dos clichés, masculino y femenino, dos conversaciones opuestas.




No hay comentarios:

Publicar un comentario